



El final de la excursión nos deparó una sorpresa, la Boca del Asno. Paramos para reponer fuerzas, pero cuando llegamos al lugar nos encontramos con un paisaje que nos empujaba a cargar de nuevo la cámara y disparar antes de que se nos hiciera tarde. Después de tirar unas cuantas fotos decidimos que nos mereciamos descansar y comer, Baldo nos sorpredió con una comida digna para valientes, y para rematar ésta nos deleitó con unas "rosquillas de Alcalá".
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